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Gracias a todos los que me seguis. Gracias a todos los que me apoyais, o le comentais a mi familia lo que os gusta. Intentaré continuar así y espero que sigais siendo así, y quien sabe si dentro de poco no vereis estas historias en las librerias...

lunes, 5 de septiembre de 2011

El secreto de las estatuas

Entraron en el hotel, y vieron a Alexander y Mark en una amplia mesa, a la derecha de recepción, observando un pedazo de papel arrugado y viejo. Se acercaron corriendo a la mesa. Samantha comenzó a leer en voz alta:
"Dejad de buscadlo, perderéis más de lo que probablemente encontréis. El camino es muy peligroso, y numerosas personas intentaran interponerse en vuestro camino, incluso encima de vuestro cadáver. Es más, todo lo que habéis estado investigando ha sido en vano. El eclipse previsto para el 20 de Mayo se adelantará a hoy a medianoche, preservando el secreto de la sala de Kukulcán, cuna de los mayas, residencia del artefacto."
No se podían creer ambos lo que estaban leyendo. Quien escribiera esa carta sabía del paradero del artefacto. No solo eso, les había predicho su futuro; y lo peor, iban a contrarreloj. Les quedaban 12 horas para encontrar la sala de Kukulcán, coger el artefacto y salir de ahí.
-No tenemos tiempo.-Dijo Alex- Tendremos que repartirnos. Los únicos lugares que podrían ocultar una sala así son la Pirámide de Kukulcán y el Cenote. Ya que no podemos pisar el cenote, probemos con la Pirámide. ¡Manos a la obra!
Salieron corriendo del hotel hacia la pirámide. En el camino, jadeando, Sam comentó a Ruben lo que pensaba acerca de las estatuas, y la sensación que le daban. Alex y Mark se quedaron fuera, comprobando que no hubiera ninguna entrada secreta por los escalones, mientras que Sam y Ruben entraron en ella. Sam se puso a observar la estatua de Balam, mientras Rubén leía las inscripciones de las paredes. Después de una hora, Sam se percató que había unos surcos, minúsculos, que partían de la base de la escultura.
-¡¡Ruben, ven!! He encontrado algo.
Ruben se acercó corriendo.
-¿Ves estos surcos?
-Sí, es como si la hubieran movido.- Dijo Ruben.
-Eso mismo he pensado yo. Ayudame a moverla.
Empezaron a empujarla, pero era demasiado pesada, así que recurrieron a la ayuda de Alex y Mark. Los cuatro la movieron, pero no más allá de los surcos. Parecía una especie de mecanismo, pero no abrió nada.
Sam inspeccionó la parte trasera de la estatua.
-¡BINGO! Hay una inscripción. Rubén, ¿Puedes leerla?
-Hmm -La inscripción estaba carcomida y difusa por los años, pero no fue muy dificil para Ruben descifrarla. - " La sangre maya de un auténtico descendiente de Kukulcán, mezclada con la negrura de la obsidiana, y la naturaleza viva del jade, os enseñará el camino a la cuna de los mayas."
-¡Buscad entre los empelados, preguntad por algún maya descendiente de Kukulcán!- Dijo Alex por su Walkie-Talkie.
Sam vio como Rubén salía rápidamente de la sala y le siguió. Le escucho hablar con alguien, por lo que decidió mantenerse escondida para escuchar.
-Mamá, te acuerdas que hace tiempo me dijiste que era adoptado, ¿verdad?
¿Adoptado?- Pensó Sam. -Nunca me había hablado de ello.
- Y me dijiste que había nacido en Centro América, en Piste, ¿cierto?
¿Piste? Eso está a diez minutos de aquí...
- ¿Sabías algo de mi madre? [ ... ] Vale, estoy recibiendo los datos. ¿Es todo lo que tienes sobre ella y mi familia?[ ... ] Vale, gracias mamá, un beso.- Rubén miró el móvil. Parecía buscar algo. De repente, palideció, y se giró hacia dónde estaba Sam.
Como si no hubiera estado espiándole, Sam se chocó contra él. Le preguntó a dónde había ido, que estaban preocupados y porqué estaba tan pálido.
-Será mejor que os lo cuente a todos. -Y la empujó dentro.
Puso el móvil encima de Chac Mool, dejando ver un pequeño árbol genealógico. En el tronco ponía un nombre: Kukulcán.
- Siento no haberos sido del todo sincero desde el principio. Hace un par de años, mi madre me dijo que yo realmente había sido adoptado. El orfanato en el que residía, en Piste, le dijo a mis padres que me habían abandonado en la puerta principal, junto a una nota: " Los espíritus hacen abandonarme de mi pequeño hijo para cumplir su destino. Aquí hará más que estando conmigo. Cuiden bien de él, os lo ruego." Tuve una infancia difícil. Los niños de la escuela, y de los primeros años de instituto se asustaban por esto... -Acto seguido, se metió el dedo pulgar e índice en el ojo, haciéndose desprender su lentilla marrón, y haciéndole ver unos ojos de un azul eléctrico que te penetraba hasta el alma, dejándote sentimiento de vacío, inseguridad y temor. Se la volvió a colocar.- Un autentico descendiente de Kukulcán posee este iris. Además, mi árbol genealógico da fe a mis sospechas, así que, ir parando la búsqueda, soy yo al que buscáis...
-¿Por qué no me lo dijiste antes?- Dijo Sam
-No quería darte miedo. Además, pensarías que estoy chalado...
-¡No me seas idiota! No me importaría tu iris, ni tu descendencia. ¡¡Eres mi compañero y punto!!- Y le dio un abrazo.
Después de parar la búsqueda, Sam sacó de su bolsa la daga de jade y obsidiana que encontró en el cenote. Se habían tomado demasiado medidas para custodiar el artefacto, pero debían conseguirlo. Se la cedió a Ruben, y se hizo un corte en la mano, permitiendo manar la sangre de ella, y caer sobre el recipiente del Chac Mool. Un temblor les heló la sangre, y la estatua comenzó a bajar. En su lugar se estaba elevando una tabla de obsidiana con un grabado.
- "En el camino hacia lo que buscáis, la Profunda Garganta os abrirá el camino, el descenso del Gran Orbe será vuestro guía. Nadaréis el sendero de la vida, hasta llegar a la cuna de los mayas. Allí lo encontraréis, junto a la guardiana. Buena suerte, guerreros."
-¿Sabéis lo que significa, verdad?
- Pero el cenote está custodiado por el FBI.- Dijo Mark.
-Será momento de romper unas cuantas leyes, el anochecer esta cerca...

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