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jueves, 19 de julio de 2012

La llamada del huracán

Las hélices cargaban con el peso de los muchos años que llevaban moviendo aquella avioneta Piper con la que habían vivido aventuras, viajes y algún que otro accidente. Ahora acumulaban polvo y óxido en aquel hangar que llevaba meses sin ver un alma. La Piper había sido un éxito de la ingeniería americana, sobre todo la serie a la que pertenecía, la PA-32. Cuando su dueño la compró en los años 60 le costó la mitad de su fortuna, pero había cambiado de manos últimamente, hasta parar, hace 10 años, a manos de un hombre con ligeros problemas con el alcohol. Y desde entonces llevaba en ese hangar. Pero aún podía dar guerra y, si hubiera tenido vida, el conductor del furgón que entraba en el hangar la habría visto saltar de emoción, con lágrimas, dispuesta a vivir una última gran aventura.
-¡¿Me estás diciendo que vamos a volar con esta avioneta hasta Inglaterra con un huracán?! - Resonó por todo el hangar. -¡Ni loca! ¡¿Quieres que nos matemos?!
-Tranquila preciosa, esta hermosura- dijo Josué mientras golpeaba cariñosamente la cabina de la avioneta.- nos llevará sanos y salvos a Inglaterra en un periquete.
- No tengo muchos conocimientos de aviación pero...-Rubén soltó un ligero quejido."Aún no esta totalmente recuperado" pensó Sam "es una locura viajar con él así y un huracán"- ¿Como vamos a hacer tal viaje con un depósito medianamente pequeño?
-Fácil, pequeño listillo- dice Josué mientras se saca una especie de mapa garabateado, sucio y arrugado- Aquí nos espera un pequeño petrolero, que nos llenará el depósito.  Cortesía de un amigo que me debía un favor.
La idea no le gustaba nada a Sam, pero Alex la terminó de convencer, ya que no tenían ninguna otra salida. 
Después de un par de horas de preparación de la avioneta y de abastecerla de gasolina y alimentos, se montaron todos.
-¿No podíamos estar más apretados, no?- Se quejó Mark
- Esto no es tu jet privado, ricachón -contestó Josué, mientras arrancaba la avioneta y la conducía al exterior.
-Será mejor que nos abrochemos los...- Sam empezó a palpar el boquete donde debería estar el cinturón. -¡¿NO TIENE CINTURONES?!
-Es de tercera mano. Agarros a los asientos, que esto va a ¡¡comenzar!!- Dijo Josué mientras aceleraba al máximo para despegar.
La velocidad empujaba a los ocupantes al asiento, mientras que las gotas se estampaban violentamente contra las ventanillas, y el viento hacia que la avioneta zarandeara. Después de unos largos minutos, que a Sam le parecieron vidas enteras, y unos par de rezos y gracias a Dios después,se estaban adentrando en una nube negra como el carbón.
-Sigo muy segura de que esto no ha sido una buena idea- Replicó Sam
-Tu tranquila preciosa, esto nos llevará sanos y...- Un golpe de viento zarandeó violentamente la avioneta, provocando colisiones y quejidos dentro de ella- Bueno... nos llevará a Inglaterra.
La mirada de los 4 pasajeros fue de chiste. Una mezcla entre incredulidad y algunas muescas de dolor por el golpe reinaba en ellas.
Buscando en las cajas que ya estaban dentro de la avioneta cuando llegaron, encontró Alex una pequeña radio de onda corta y unos cuantos pulpos elásticos, que usaron como sustituto del cinturón. 
Encendieron la radio, y solo consiguieron sintonizar la radio de los guardacostas.
"Aquí equipo alfa, vamos a atracar. El huracán es peor de lo que esperábamos. Pon la alerta máxima. Que nadie salga a faenar, o se arriesgan a morir"
-Mierda... ¿¡Josue has oído eso!? - Gritó Mark
-Afirmativo ricachón. Creo que va a ser un viaje muy movidito.
-Voy a asegurar a Rubén, no debería darse ningún golpe.- Dijo Sam.
De repente todo se iluminó. Un rayo había pasado demasiado cerca.
-¡¡TEN MAS CUIDADO!!- gritó Sam
-Preciosa, no adivino cuando ni donde va a caer un rayo.
-¡ME DA IGUAL! ¡QUIERO SALIR VIVA, ¿VALE?!
Josue pareció ignorar eso último ya que estaba mirando boquiabierto lo que tenía delante. Era el mayor ojo de huracán que había visto desde que vivía en la costa de México. Debía tener 40 km de diámetro. A su alrededor solo había nubes negras, cargadas de electricidad, provocando rayos a mansalva. Se giró y dijo en su tono irónico.
-Un ratito de descanso a petición de la preciosa antes de que vuelva la fiesta.
Mediante se acercaban a aquella pared de nubes se temían lo peor. Podían ver las olas desde aquella altura, y eran tremendas, por lo que la velocidad del aire debía de haber subido. La frecuencia de los rayos igual. Cuando estaban a escasos metros, y ya notaban el aire y la electricidad del ambiente, dijo Josué:
-Disfrutad de estas vistas, puede que sea las últimas que veáis...
5 minutos después estaban en plena tormenta. Josue esquivaba los rayos como los coches en las persecuciones de las películas, pero aquello era la vida real, y no podía estar eternamente esquivando rayos.
-¡¿Cuanto queda para el petrolero?! -Grito obligada Sam, ya que el ruido de las gotas eran ensordecedor. 
-¡30 minutos!
-Mierda, no creo que podamos...- Se iluminó toda la estancia, y la avioneta tambaleó. Cuando los ojos de Sam volvieron a enfocar, una luz anaranjada iluminaba la zona derecha. El ala estaba ardiendo. -¡JOSUE! ¡EL ALA DERECHA!
Fue cuestión de segundos cuando sonó el temido "crack". El ala derecha se había desprendido de su portadora, y ambas iniciaban un descenso en picado.
Los pasajeros gritaban a más no poder, mientras las cajas de provisiones y herramientas flotaban alrededor. Josué intentaba corregir el rumbo pero era tarde.




Iban a chocar contra el mar.



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