Lo que no te mata te hace más fuerte. Eso dice la canción. Y razón tenía. Pero llega un momento que, ni la más fuerte fuerza, ni la más viva esperanza y deseo consigue llevarse a la muerte de en medio. Hoy, me he levantado, como un día más. Solo, eso sí. Y me ha llamado mi madre para ver que tal estaba. Me asomo mientras hablo y le veo ahí, tumbadito, como si estuviera durmiendo. Que gilipollas fui...
Cuando me acerco a darle lechuga veo que está agonizando, que dificilmente se podía levantar. Me miraban unos ojos que decían: "Por favor, ayudame" mientras sus patitas sufrían espasmos. No lo podía aguantar... Le cojo en una manta y le llevo, junto a mi abuelo, fuimos corriendo al veterinario. Yo me paraba en ocasiones, notaba que se le iba la vida. Hasta que dejó de respirar... Al llegar a la cñinica vuelve a respirar, pero con muchas dificultades. La veterinaria nos da la noticia que temíamos: Hay que sacrificarlo. Me hundo. Me hundo en un torbellino de angustia, de odio hacia mí mismo por no poder hacer nada, y tristeza. Tumbado en la camilla me mira con el único ojo que tiene abierto. Podía ver lágrimas en él. Un conejo llorando... Pero expresaba todo lo que me podía decir... que le dejara ir. No pude... No puedo soportarlo. Ver como le inyectaban el sedante, como no se movía, ni se quejaba, como él había sido siempre, un VALIENTE... como le entró un pequeño espasmo... como le pinchaban con la jeringuilla en el corazón... Una gota de sangre de su corazoncito se abre paso por la jeringa... dictando el final...
No pude soportar la presión y, ya inerte, le agarré de la patita y comencé a acariciarle. No podía dejarle ir. No me hacía a la idea de no verle. Pero ya era tarde. Sus ojos ya no expresaban vida. Intenté cerrárselos, pero no podía, asique me limité a acariciarle el lomo, y a despedirme de él con el silencio, y con estas palabras, que ojalá le lleguen. Que él fue algo más que una mascota. Era algo más en la familia. Que no se merecía morir, pero que ha sido, es, y será, un conejo MUY VALIENTE, y un García-Cantarero Alañón más.
Hannah, te tendremos siempre en nuestro corazón.
PD: Mamá,, no te sientas culpable de haberme dejado solo frente a esto. Nunca estoy solo, aunque lo parezca. Yo no siento rencor, siento pena. Pena por no haberos podido despedir. Pero al menos no le habéis visto sufrir, y podéis tener una imagen de él como era, valiente, y jovial.
Gracias
Gracias a todos los que me seguis. Gracias a todos los que me apoyais, o le comentais a mi familia lo que os gusta. Intentaré continuar así y espero que sigais siendo así, y quien sabe si dentro de poco no vereis estas historias en las librerias...
domingo, 29 de abril de 2012
viernes, 13 de abril de 2012
Preciosa
El día se había convertido en noche. El cielo comenzó a ennegrecerse,
debido a unas nubes amenazantes, que parecían predecir el futuro. Comenzó a
chispear. El olor a hierba mojada, a árboles y a fauna advirtió a Sam que se
encontraban en pleno camino secundario. La parte trasera del furgón militar no
tenía ventanas, por lo que no podía ver por dónde iban. El conductor, un ex
militar, les había dicho que tomarían carreteras secundarias para así evitar el
seguimiento, o los improvistos. Rubén la aferraba la mano, y aún era incapaz de
levantarse, por lo que Sam no podía observar ni la dirección, ni la situación
en la que se hallaba; por lo que se puso a reflexionar por lo pasado hacía,
aproximadamente, una hora.
Recordó esperar en la habitación, viendo como Jackie entraba y salía.
Recordó que cuando Rubén abrió los ojos, y comenzó a mejorar, entró Jackie."
Veo que estas mejor... Ha llegado la hora.- Dijo Jackie
- ¿Quien es ella? ¿La hora de qué? Preguntó Rubén.
- No lo sé.- Dijo Sam.- Pero es de confiar. Sin ella no estaríamos aquí.
-Eso espero...
Entonces, Jackie abrió la ventana de la habitación. Fuera ya no estaban los
dos agentes. "¿Qué habrá hecho Jackie con ellos?" Se preguntó Sam
-Tranquila, el dolor les durará un par de días y no recordarán nada.- Dijo
Jackie, como si hubiese leído el pensamiento de Sam
El sonido de un motor sonó a lo lejos. De repente, entre los árboles
apareció un furgón militar, negro obsidiana.
-¿No llamaremos un poco la atención con esto?- Dijo Alexander.
-Nadie sospechará que el ejército os ha ayudado a escapar.- El conductor
tocó la bocina un par de veces.- Él es Josué, os llevará a un lugar
seguro.
-Jackie... ¿Por qué haces esto?- Preguntó Sam. Entonces Jackie comenzó a
empujarla hacia la parte trasera del furgón, cuyo interior estaba pegado a la
ventana.
-Sólo confío en vosotros... Suerte.- Contestó Jackie.
El furgón arrancó y, mientras Sam cerraba la puerta vio a Jackie echar un
líquido en un paño, ponérselo en la boca, y caer.
-¡DA LA VUELTA!- No se oyó respuesta, y el furgón aceleró. ¡JOSUÉ DA LA
MALDITA VUELTA!-Silencio- ¡JOSUÉ!
Samantha no paró de gritar hasta que, finalmente, diez minutos después el
conductor aminoró la marcha.
-Está todo planeado.- Dijo, girándose.- Ahora, mona, ¿qué tal si te quedas
callada, y nos das un buen viaje?
Samantha pudo ver parte de su cara en el breve tiempo que se giraba. Josué
debía de tener unos cuarenta años. Se le podía ver un pelo alborotado, con
numerosas canas. Sus cejas, pobladas, daban paso a unos ojos color miel, rojos
en ese momento. La cara estaba cubierta de arrugas, ¿o eran cicatrices?, no
podía distinguirlas. El poco tiempo que mantuvo la ventana abierta inundó la
pequeña estancia de un olor embriagante a alcohol. "Perfecto, no sabemos a
dónde vamos, y estamos en manos de un borracho." Pensó Sam, en vez de
iniciar otra discusión.
Ahora estaba sentada agarrada de Rubén. Las gotas comenzaron a estrellarse
contra el furgón. Ese sonido relajaba mucho a Sam. De repente, se escuchó un
trueno.
-Parece que se avecina una buena- Dijo en voz baja Rubén, para no despertar
a Alexander.
Suena otro trueno
-Y que lo digas. Lo que daría por tener mi armario lleno de chubasqueros
aquí...
Dieron un pequeño bota y el sonido a piedras y tierra se convirtió en uno
más suave. Significaba que habían vuelto a la carretera. Sam se puso a observar
su alrededor. Desde que estaban allí se había quedado mirando fijamente a
Rubén, y recapacitando. Había una gran vara de metal y una caja llena de
papeles en la que Alexander apoyaba la cabeza. "Espero que esos papeles no
fueran importantes" Pensó Sam al ver que se estaban estrujando y a
Alexander se le empezaba a caer la baba. También había una pequeña radio a los
pies de Rubén. Sam se estiró, cogiéndola, y comenzó a sintonizarla.
*szhh... Dominico Santiago, cómo pudiste engañarme con Faus... szhhh...
conomía mejicana está en pleno auge debido a lo... szhhh... can de clase 3 está
previsto que toque tierra mexicana a las 20.00. Al habla Chelsea, desde el
centro meteo...*
-Parece ser que se avecina algo peor. Voy a avisar a Josué.
Dio unos golpes en la ventana. Josué la abrió bruscamente
-Dime preciosa, ¿quieres discutir un poco más?
-No, "querido", vengo a avisarte que un huracán se avecina.
-Lo sé, preciosa, yo también tengo una radio aquí.- Dijo, dándole unos
toquecitos a la radio Sony del furgón.- Por suerte estamos cerca.- Y cerró la
ventana
-Parece ser que has hecho un nuevo amigo.- Dice Rubén
-¿Yo?, ¿de ese? Si en lo que hemos hablado, me ha escupido dos veces, y casi
eructa en mi cara.- dijo Sam, entre risas.
Rubén movió lentamente la mano hacia su cartera. Sacó una foto de su novia.
-¿Sabes qué? La echo muchísimo de menos...
-Tiene que ser duro separarse de alguien a quien amas...
-Ya...- Dijo Rubén, luego miró a los ojos a Sam.- Menos mal que estás aquí
para hacerlo más llevadero
Hubo un silencio, un tanto incómodo, hasta que se paró el coche. Josué
abrió la ventana.
-Última parada.
Samantha abrió la puerta y lo vio. Nunca había estado en una. Y menos en
una tan pequeña.
-Preciosa, adivina quién es el piloto de esta preciosidad y quien te va a
llevar a Inglaterra.
"No, no puede ser..."
-¡¿Me estás diciendo que vamos a volar con esta avioneta hasta Inglaterra
con un huracán?!
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